miércoles, 22 de septiembre de 2010

Aquella tristeza que te agarra y te introduce, que clava tacón y pisa. El dulce y terrible pensamiento último, aun cuando siempre acaba en paranoia. Las tantísimas palabras abortadas en mil labios inútiles.

Miras y cruces de ojos en vacíos de gente vacía. Gente nunca llena, gente de ojos cerrados. "No me atrevo", aires y no me atrevo. Esos pensamientos malolientes clavados en el lóbulo frontal. (Suplico) Dios, si existes, háblame. Háblame y no calles, o calla para siempre.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Me hundo por placer. Cinco segundos más. Cinco segundos más.


¡Ayuda a escapar de mí mismo! ¡Pánico! En las alas de las moscas, siento el pánico. Lo bebo, lo huelo.
Hay algo que le rodea el cuello, que le araña. La sangre no emana, la sangre es tragada. Bajo la piel, nadie sabe lo que ocurre ciertamente.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Nosotros estamos.
Cuando las nubes se agazapan y se retuercen, pueblan las hormigas nuestras arterias y la cama reaparece deshecha.

Cuando se esconde y nos encuentra, cuando el ojo brillante grita y agoniza.
Te querré cuando hayas hablado y yo haya escuchado. El destornillador que te mencioné sigue en la mesa, y no lo has recogido. ¡No lo has recogido...!

viernes, 10 de septiembre de 2010

S

Se sienta y lo mira. Ahí, sentado en su silla, con la pierna derecha sobre la pierna izquierda. Ahí, pedante, orgulloso y tomando notas sobre su cuaderno de hojas arrugadas. Resopla como un ignorante burro, y después suspira, casi cerrando los ojos y levantando una de las dos cejas. Tras esto uno piensa.

Cuando cree que ha pensado le pregunta.
-¿Qué hay?
Y pobre chico, mitad amedentrado mitad bravo, responde:
-Nada.


Complacido, el doctor pone la pierna derecha junto a la pierna izquierda y se levanta. De pie, incorporado. Con su metro sesenta de maldad y desgracia. Y vuelve a suspirar como una doncella aburrida.
-Estoy cansado de ti, chico. Vete a tu casa y reflexiona sobre lo que deberías haber respondido.
Y el niño se va, mitad dolido mitad indiferente. Abre la puerta rápido, cierra la puerta despacio. Mirando por la rendija, mientras se escapa de la habitación, ve al doctor sonriéndose.
Todos piensan que ese hombre cobra por no hacer nada. Él piensa lo contrario. (O cree pensar.)