domingo, 15 de mayo de 2011

El sonido de un ventilador suena de fondo. Caliente. Hace calor. Respirar es algo en lo que hay que pensar, los párpados quieren cerrarse, tú quieres dormir.

La pantalla del ordenador te ciega. El balcón abierto, la noche ahí fuera. ¿Y qué hacer? Nada.
Cada objeto ahora cobra un sentido diferente. Odias la lámpara, su color, su sabor metálico, su textura escalofriante, su frialdad. Lo odias todo, pero nadie te ha hecho nada. A qué estás esperando. Coge la puñetera pistola, recárgala y sal a la calle. Siéntete vivo de una jodida vez.