El universo se apoya sobre mí, pesa
pesa tanto.
Negro, contracción. Tan impasible. Tan ajeno, tan expectante. Me mira, me está mirando. Nunca deja de mirarme.
No es Dios, no piensa, no reacciona. Es solo masa incoherente, vacío y denso.
Pero aun así me observa...
A mí, a mi vida. Solía ser humano. Mi existencia ahora es coja, alargada, repentina. Planificada.
Quiero cerrar los ojos, dormir y que el tiempo pase deprisa. Que no se detenga a observarme, que no me abrace. Caer eternamente.
viernes, 8 de octubre de 2010
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