miércoles, 17 de febrero de 2010

El tiempo se escurre por el agujero del lavabo

La gente suele decir que pierdo el tiempo.
Con la nariz atascada, abro la boca y tomo una bocanada con esfuerzo. Los labios se resecan y se resquebrajan. Una sensación extraña se mueve dentro de mí. Los ojos empiezan a crear lágrimas. El tiempo, el tiempo. Se me escapa. Es tan grande que no lo abarco con mis brazos. No sé manejarlo, no lo controlo, me sobrepasa. Y me paso horas con los ojos muy abiertos, la boca muy abierta, la mente muy cerrada. Sin pensar, en una postura incómoda. Y a veces también me duele todo pero no me levanto. Sigo sentado, perdiendo mi tiempo, oyendo cómo se resbala. ¡No puedo cerrar el grifo! Vaya problema, me voy a ahogar.

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