Tras cinco horas de insomnio, el hombre decide saltar.
Negro abajo. Y gris arriba.
Difícil decisión, gilipollas mortal.
Y siempre, una vez, otra vez, siempre vuelve atrás. Atrás no duerme. Reposa con la tensión arterial alta y algún que otro ataque de ansiedad. Pero la verdad, a nadie le importa.
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