miércoles, 28 de octubre de 2009

Prometo no editar esta entrada, lo prometo, lo prometo... (este no soy yo)

Miré una rosa, y la rosa me miró a mí.
Cerré los ojos, y yo me encerré en mí.
Nada que hacer ni nada por lo que mereciese la pena pensar. Y es que cuesta tanto y es tan aburrido. Cerrar los ojos y oír lo que pasa, vemos demasiado. Pensamos demasiado. Pero no escuchamos nada. No me escuchas ni quieres, ni puedes. Hablo para mí, simplemente existo.
Como la rosa que espera ser cortada para que la regalen a un desconocido. Seguro que arde en deseos de pinchar al que la arrancó. Y oler su sangre.

1 comentario:

  1. Merece la pena pensar en muchas cosas. No es tan difícil, y puedes llegar a no aburrirte si lo intentas. Y yo procuro escucharte, aunque eso sea físicamente imposible.

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