domingo, 1 de noviembre de 2009

Moco

Vomité tus palabras en el váter y me acosté en aquella cama.
Al día siguiente, o quizás el mismo, el calor me despertó. Las sábanas sucias, los muelles se clavaban. El suelo lleno de pañuelos y colores.
Pero fuera, el arcoiris despuntaba y el sol simplemente estaba, las nubes eran como papel mojado en un cubo de agua azul. Los pajaritos cantaban alegres y la gente paseaba a sus perros o se paraba a hablar en medio de la calle. Me sentí una ironía. ¿Por qué? ¿Por qué qué?
Cogí de la escupidera la carta que te escribí anoche. La tiré por la ventana. Quizás el sol, el arcoiris, las nubes o los pajaritos hicieran algo mejor con ella.
Y entonces se me ocurrió pensar "Si el que escribe no sabe lo que escribe, el que lee menos aún."

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