lunes, 20 de diciembre de 2010

Y al alba, tras los espejos dorados, observo tu cabello, tus curvas sobre mi carne. El calor el sol el verano me fatiga por dentro. Dormida sin soñar, siempre sin dormir.
Los relojes palpitan en las paredes amarillas. Intangibles y sonrientes, alrededor, susurrando entre ellos. Clavan sus pupilas en tus curvas, en mi carne.
Solo durmiendo dejo de oír. Durmiendo, durmiendo...
Volverás a mí.

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