Nosotros estamos.
Cuando las nubes se agazapan y se retuercen, pueblan las hormigas nuestras arterias y la cama reaparece deshecha.
Cuando se esconde y nos encuentra, cuando el ojo brillante grita y agoniza.
Te querré cuando hayas hablado y yo haya escuchado. El destornillador que te mencioné sigue en la mesa, y no lo has recogido. ¡No lo has recogido...!
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