sábado, 19 de septiembre de 2009



Te necesito. Sí, te necesito tanto, tanto, tanto que no puedo escribirlo. Me di cuenta cuando estaba en la cama y pude estirarme sin oír un gruñido, cuando llegué tarde al trabajo porque nadie me había despertado comiéndome a besos, cuando dejé la tapa del váter levantada y cuando volví seguía levantada. Me cercioré cuando hice comida para dos y sobró la mitad, cuando me quedé mirando en la sección de bisutería y me preguntaron que para quién era el regalo, cuando vi que el armario estaba casi vacío. Cuando pegué puñetazos en la pared y me hice sangre, cuando le grité al microondas porque la comida estaba fría, cuando golpeé al ordenador por engañarme con otro.
Pero aún no entiendo por qué querías escapar de mí y dejarme solo, por qué me tratabas así. Lo has conseguido. No te guardo ningún rencor, seguiré esperando hasta que me pidas perdón. Y te perdonaré.
La verdad es que todavía no recuerdo por qué te maté.

1 comentario:

  1. Porque en el fondo eres un celoso.
    Ah, y te quiero. Se me olvidaba en los otros comentarios.

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